En lo que va del año, Guanajuato y Querétaro han experimentado un incremento alarmante en los piquetes a la red de distribución de Pemex, según registros oficiales de la empresa. Este delito, conocido como ordeña de combustible, ha sido objeto de disputa entre células criminales de diversas organizaciones, que luchan por el control de al menos siete poliductos que van de las Refinerías de Tula a Salamanca, y que cruzan ambas entidades.
Los ductos en cuestión cuentan con ramales que abastecen las Terminales de Almacenamiento y Reparto (TAR) de importantes ciudades como Zamora, Celaya, Irapuato, León, Querétaro y San Juan del Río, lo que convierte a estas zonas en puntos estratégicos para los grupos criminales.
De acuerdo con el informe más reciente de Pemex, en Guanajuato los piquetes aumentaron un 51 por ciento entre enero y septiembre de 2024 en comparación con el mismo periodo de 2023, al pasar de 408 a 616 puntos de robo. En Querétaro, la incidencia creció aún más, con un aumento del 62 por ciento, pasando de 288 a 467 tomas clandestinas en los ductos de Pemex.
Este crecimiento en los robos de combustible ha estado vinculado con la presencia de células de los Cárteles de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Santa Rosa de Lima, que operan en ambas entidades. Estos grupos, algunos de los cuales están enfrentados entre sí, luchan por controlar los cargamentos de combustible y su venta ilegal en carreteras, donde la gasolina es comercializada a plena luz del día.
En el conflicto se ha sumado el Cártel de Palmillas, creado en 2018 por Salvador Reséndiz, «El Rex», un exlíder del robo de combustible en Hidalgo, quien además dirige operaciones en esta actividad en los estados de Hidalgo y Estado de México. «El Rex» fue parte de la banda «Los Hades», dedicada al robo de combustible y al narcomenudeo, antes de romper con su socio, Orlando Medina, «El Fénix», quien se alió con el CJNG, lo que desató una guerra por el control de los piquetes a los ductos de Pemex, así como el robo a transportistas y el tráfico de drogas.
La competencia entre estos grupos ha generado un clima de violencia y tensión en la región, afectando tanto a la seguridad de las comunidades como al suministro de combustible en las principales ciudades de Guanajuato y Querétaro. Las autoridades federales y locales están intensificando esfuerzos para desmantelar estas redes criminales y frenar la creciente ola de ordeña de combustible, aunque la lucha sigue siendo un desafío constante.