La Alameda Hidalgo de Querétaro: cuando fue hogar de leones, osos y reptiles

La emblemática Alameda Hidalgo de Querétaro, conocida como uno de los espacios públicos más históricos y representativos de la ciudad, vivió un peculiar capítulo en su historia cuando se convirtió en un zoológico a finales de los años 70. Este ambicioso proyecto, que buscaba revivir el interés de las familias por visitar el parque, terminó siendo un experimento de corta duración que dejó huella en la memoria colectiva de los queretanos.

El inicio del sueño: convertir la Alameda en un zoológico

En 1976, durante la administración del entonces alcalde Mariano Palacios Alcocer, se lanzó el proyecto de transformar la Alameda en un zoológico. La idea surgió ante el declive de visitantes y la pérdida de atractivo del parque. Para dar vida a esta propuesta, se formó un patronato encabezado por Antonio Murúa, junto con un grupo de ciudadanos queretanos comprometidos con la iniciativa.

En enero de 1977, apenas tres meses después de anunciarse el proyecto, comenzaron a llegar los primeros animales. Una pareja de renos, un jabalí y un oso fueron los pioneros en habitar la Alameda, lo que despertó el entusiasmo de las familias y reactivó las visitas al parque.

La inauguración y el auge del zoológico

El 30 de abril de 1977, en el marco del Día del Niño, se inauguró oficialmente el zoológico de la Alameda Hidalgo. Para ese momento, el recinto ya contaba con 35 especies, entre las que destacaban monos, lagartos y el principal atractivo: Manuel, un león donado por un particular que rápidamente se convirtió en el símbolo del zoológico. Muchas de las especies fueron donadas por zoológicos de la región, consolidando una oferta variada para los visitantes.

El declive: críticas y falta de presupuesto

Sin embargo, lo que comenzó como un sueño pronto se convirtió en un problema. Grupos ambientalistas criticaron las condiciones inadecuadas en las que vivían los animales, señalando que los espacios y el cuidado no cumplían con los estándares necesarios. Además, el patronato enfrentó serias dificultades financieras, lo que limitó las posibilidades de mejorar las instalaciones y garantizar el bienestar de los animales.

El proyecto comenzó a desmoronarse rápidamente, y para abril de 1978, menos de un año después de su inauguración, todos los animales habían abandonado el zoológico. Algunos fueron vendidos, mientras que otros fueron donados a zoológicos e instituciones de otras ciudades. Manuel, el león, fue el último en partir, siendo trasladado a Puebla, con lo que se cerró definitivamente este breve pero significativo episodio en la historia de la Alameda Hidalgo.

Un proyecto que quedó en el recuerdo

Aunque el zoológico de la Alameda Hidalgo fue un fracaso a nivel operativo, marcó un momento único en la historia de Querétaro. Hoy en día, este intento por devolverle vida a uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad sigue siendo recordado por las generaciones que vivieron esa época y que caminaron entre leones, osos y reptiles en pleno corazón de la Alameda.