Un reciente estudio científico ha revelado que los delfines del Golfo de México, particularmente los de la especie nariz de botella, han dado positivo a fentanilo, un opioide sintético altamente peligroso. El estudio, publicado en la revista iScience, fue realizado por la Universidad de Texas A&M en colaboración con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos. Los investigadores analizaron 89 muestras de grasa corporal de delfines de la región, obtenidas de 83 ejemplares vivos y seis muestras postmortem, encontrando rastros de fentanilo en al menos tres poblaciones de la zona.

Este hallazgo sorprendente pone en evidencia cómo los efectos del fentanilo, una droga cuya fabricación y tráfico ilícito ha desatado una crisis de salud pública en Estados Unidos, han llegado a afectar a la fauna marina. Aunque los efectos de este y otros fármacos en mamíferos marinos no han sido suficientemente estudiados, los científicos advierten que la presencia de estos compuestos en los ecosistemas marinos podría tener repercusiones en la salud de las especies y, en última instancia, en los seres humanos que consumen productos del mar.

Dara Orbach, autora principal del estudio, comentó que los delfines, al igual que los humanos, consumen pescado y camarones, lo que plantea posibles riesgos para la salud humana. El estudio destaca que el vínculo entre el uso de fentanilo por parte de los humanos y la contaminación de las aguas oceánicas parece claro, especialmente en áreas cercanas a actividades humanas intensas.

Entre las principales áreas de preocupación, la bahía de Baffin en el sur de Texas destaca, donde se encontró un delfín muerto un año después de una de las mayores redadas de fentanilo en la historia de Estados Unidos, llevada a cabo en un condado cercano. Las detecciones más altas de fentanilo y otros productos farmacéuticos se encontraron en áreas marinas donde también se experimentan otras amenazas ambientales, como derrames de petróleo, tráfico de embarcaciones y floraciones de algas.

Este estudio resalta la necesidad urgente de monitorear los impactos de los productos farmacéuticos en los ecosistemas marinos y subraya cómo las actividades humanas continúan afectando a la vida silvestre, incluso en ambientes tan remotos como los océanos.

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