Muchas personas tienen la costumbre de lavar el pollo crudo antes de cocinarlo, creyendo que así eliminan bacterias y suciedad. Sin embargo, esta práctica podría estar poniendo en riesgo la salud de tu familia. Estudios científicos y recomendaciones de agencias de salud advierten sobre los peligros de lavar el pollo crudo debido al riesgo de contaminación cruzada.

En 2014, la Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido (FSA) publicó un estudio que reveló cómo lavar el pollo crudo puede propagar la bacteria campylobacter, principal causante de intoxicaciones alimentarias. Durante el lavado, las gotas que salpican desde el fregadero pueden esparcirse a utensilios, superficies de trabajo, y otras áreas de la cocina, llevando a una contaminación que se extiende mucho más allá del pollo.

Las consecuencias de una contaminación por campylobacter son severas y pueden incluir dolencias como artritis reactiva, síndrome de intestino irritable y el síndrome de Guillain-Barré, un trastorno nervioso grave. Los síntomas de esta infección incluyen calambres, diarrea con sangre, dolor abdominal, y más, lo que requiere atención médica inmediata.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) aconsejan que el pollo crudo no debe lavarse. En lugar de eso, recomiendan cocinar la carne directamente a una temperatura de al menos 70°C, lo que es suficiente para eliminar cualquier bacteria presente.

Si aún decides lavar el pollo, es crucial hacerlo con el mínimo de agua posible para reducir las salpicaduras y limpiar de inmediato cualquier superficie que pueda haber estado en contacto con el pollo crudo. Además, siempre es esencial lavarse las manos con agua y jabón después de manipular carne cruda.

En conclusión, evitar lavar el pollo antes de cocinarlo no solo es una práctica más segura, sino que también es un paso crucial en la prevención de enfermedades transmitidas por alimentos en tu hogar.

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